domingo, 21 de abril de 2013

City de Alessandro Baricco




Una novela puede ser construida de muchas formas, y en estos momentos pareciese que las posibilidades se agotan, que ya todo se ha inventado o dicho, que las formas convencionales se han desgastado hasta el límite y que las no convencionales, parecen inertes intentos desesperados por mostrar exuberantes formas narrativas que no conllevan a nada.

Pero "City", está para mostrar que la deconstrucción de una historia, puede ser real y se hace visible en el entramado que una ciudad cualquiera nos puede presentar. Parece ingenuo pero al adentrarme en la historia de "City" y la forma en que está narrada, mi primera impresión fue: "¿Cómo no se me pudo ocurrir esto?"

La trama es tan sencilla como absurda. Un chico de unos trece años telefonea a un centro de llamadas que adelanta una encuesta en la cual se le preguntó a los lectores de un cómic, si Mami Jane debe morir. El chico está furioso de que se plantee ese tipo de pregunta, pues es un fanático del personaje por el cual se indaga. El chico a su vez es un niño genio que anda con dos amigos imaginarios a todo lado, un gigante y un mudo llamados Diesel y Poomerang. La operadora que contesta el teléfono se llama Shatzy Shell, y se convierte en la cuidadora del niño genio, cuyo nombre es Gould. A partir de ahí, Baricco nos elabora una trama insospechada llena de surrealismo y complejidades de amor, odio, violencia, sexo, felicidad, tristeza, y nos muestra la vida de estos personajes, desde ventanas sobrecogedoras de nostalgia e inocencia.

"Cuánto debió de tardar, cuánta será la anchura, cuántos kilos de pintura debió de emplear, cuántos metros de largo, cuánto. Se van por las ramas, obviamente, les gusta pensar que sabiendo lo que tienen delante, al final sería posible tenerlo, efectivamente, delante, al final sería posible tenerlo, efectivamente, delante, y no sobre bajo encima junto, donde, en realidad, moran, las Nymphéas, ajenas a toda clase de cuantificación -simplemente, en todas partes. Antes o después, se atreven y se acercan. Van a ver. Pero cerca de verdad. Tocarían, si pudieran -apoyan los ojos, no pudiendo tocar son los dedos. Y definitivamente dejan de ver, ya no pueden regresar a nada, sólo captan gruesas y anárquicas pinceladas , como sobras de platos sucios, varios tipos de mostaza, y mayonesa azul, o cromáticas comas en las paredes de una taza wáter impresionista. Ríen. Y vuelven rápidamente hacia atrás para retomar el sitio en que estaba claro al menos lo que no estaba viendo: ninfeas. Mientras reculan no dejan de preguntarse cómo pudo ese hombre ver desde lejos y pintar de cerca, treta sutil que los cautiva, dejándolos, al final de su pequeño viaje de retorno hacia el centro de la sala, tan inútiles como antes, y, por si fuera poco, fascinados: momento exacto en que la conciencia de no saber ver adquiere una veta dolorosa, y ahora ya emparejada, como lo está, a la subterránea certeza de que cuanto escapa a su mirada sería punzante placer, e inolvidable recuerdo de belleza. Entonces se rinden. Y echan mano al supremo sucedáneo de la experiencia, al sello de toda mirada fallida. Liberan de la calidez de sus fundas grises afelpadas la derrota  de su máquina fotográfica".



El proceso en el cual los personajes van tomando forma a través del lector mismo es posiblemente el máximo logro de "City". Esto, por cuanto no son personajes convencionales. Shatzy, por ejemplo, tiene una obsesión con escribir un "western". Gould, siempre que está en el baño, recrea una historia acerca de un boxeador que intenta no perder vigencia y que en ocasiones se siente traicionado por su entrenador. En su cabeza recrea la historia hasta que se ve interrumpido por alguien o entran en escena sus otros amigos imaginarios. Para el lector resulta entonces normal el sentirse un poco desorientado con el devenir de las páginas al enfrentarse a una narración como esta, en la que a veces no se sabe quien habla. De todas formas, la historia sigue y crece y languidece al ritmo de sus personajes. 

" El niño negro jugaba, y aparecía en su soledad inevitable y clandestino como los pensamientos, cuando son verdaderos y piensan en la forma de la pregunta. Con aquel reputado lugar del saber a sus espaldas, la escuela, blindada, y separada, con producción de preguntas y respuestas según un método guiado, en el confortable marco de una comunidad dedicada a  limar las aristas cortantes de las preguntas, convirtiendo astutamente en ceremonia comunitaria lo que sería hipérbole aislada, y abandonada. Expulsado del saber, lejos de los pensamientos pensó Gould. (niño hermano, en el vacío de un patio vacío, tú y tus preguntas, enséñame esa calma y el gesto seguro que encuentra la retina, esa respiración, en el extremo opuesto a todos los miedos.) Caminó los pasos de regreso sincronizándolos con el rebote imaginario de un hipotético balón al que daba movimiento con la mano, empujándolo en el vacío, sintiendo los botes en el suelo, cálidos y regulares como latidos del corazón rebotados de una vida sosegada. Lo que la gente podía ver, y veía, era un chiquillo que caminaba jugando con un yoyo que, en realidad, no existía. De manera que miraban, absortos por esa rítmica esquirla de absurdo, engastada en una adolescencia, por si fuera poco, como si anunciara de muy lejos una locura. La gente teme la locura. De ese modo, Gould paseaba como una amenaza, aunque no lo supiera -sin saberlo, como una agresión. Llegó a casa. En el jardín había una roulotte. Amarilla".
 
Entonces, a pesar de la particularidad de estos, cada uno habla con absoluta propiedad sobre sí mismo y tiene una visión única y sincera frente a cada situación a la que se ve enfrentado. Esto hace que un gigante imaginario sea importante en la historia. Es más, hace que los personajes de las historias creadas a su vez por los personajes principales incluso crezcan dentro de una historia de trasfondo, es como ver un cuadro narrativo de tres dimensiones.

" Mondini encontró una frase. No era gran cosa, pero daba una idea aproximada. -¿Sabes en qué se reconoce a un gran púgil? Él sabe el día en que lo dejará. Créeme, Larry: tu día es éste. Larry se volvió hacia el Maestro. -¿Debería dejarlo? -Sí. -¿Yo debería dejarlo? -Sí. -¿Me está usted diciendo que Larry "Lawyer" Gorman debería dejarlo? -Tú, Larry, tú debes dejarlo. -¿Yo? DIESEL - Que los ricos no entienden un carajo del resto de la humanidad es algo que ya se sabe, pero lo que nadie quiere entender es que el resto de la humanidad no sabe nada de nada de los ricos, no tiene ninguna posibilidad de comprenderlos. Tienes que haber pasado por eso, para comprenderlos, tienes que haber sido rico cuando tenías seis años, cuando ya eras rico en el vientre de tu madre, cuando eras un pensamiento de tu padre, también rico. Entonces a lo mejor puedes llegar a comprenderlos. Si no, sólo puedes decir chorradas. ¿Tú que sabes, por ejemplo de lo que es importante para ellos? ¿De lo que realmente les preocupa? ¿O de lo que les da miedo? A lo mejor sabrías decirlo de ti. Pero ellos ¿qué tienen que ver? Están en otro ecosistema. Como los peces, por ejemplo. Quién sabe qué quieren, adónde van, o por qué. Son peces. Y pueden morir por lo que es vida para ti. Una bocanada de aire y ya se han ido, una bocanada de ese aire cualquiera que es vida para ti. Son fiambre. Larry era un pez. Tenía todo un mar a su alrededor, y branquias difíciles de ver, y una vida que respirar de una forma que no puedes comprender, si estás mirando el mar desde la orilla, desde aquí"

Ahora, más allá de la inteligente forma narrativa, vale señalar que al igual que las novelas filosóficas, "City", - sin serlo - se vale de situaciones ingeniosamente puestas en escenas, pareciera que con el único afán de sentar posiciones por cada personaje a su manera. 

Finalmente, se puede decir que lo más valioso de "City", es la meticulosa construcción de la filigrana en la cual está montada la historia, en donde varias de estas se entrecruzan, no necesariamente para formar una única trama, pues cada cual tiene vida propia y puede subsistir por separado, pero sin alejarse en ningún momento de esa ruidosa sensación que da el vivir en una ciudad cualquiera.

Apartes tomados de: BARICCO Alesssandro, City, Ed. Anagrama S.A., 2002, Traducción de Xavier González Rovira.

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