lunes, 23 de abril de 2012

La Gata de Colette




La gata es una historia de maridos y mujeres, una historia corta y escrita con palabras precisas que se lee fácilmente, es sencilla de principio a fin y su trama se basa en el diario acontecer de un matrimonio joven que tiene el reto de soportarsen el uno al otro y fuera de eso de lidiar con un intruso que no es humano, la gata.

Escrita por Sidonie-Gabrielle Colette en 1933, la novela refleja en gran parte lo que pudo ser su vida. Colette fue bailarina, luego mal casada y explotada por su marido, un hombre abiertamente vividor para la época y quien reconoció en ella su talento artístico y se dedicó a firmar los cuentos que su esposa hacía, por un buen tiempo. Rato después Colette lo dejó por Natalie Barney, una célebre artista norteamericana.

Camille es la esposa de Alain, y Saha es la gata. Los tres conforman un triángulo en el cual Alain y Saha forman la parte más fuerte del tridente. Camille se sentirá excluida de la vida de su marido, quien en muchas oportunidades (y así se lo hace saber) preferirá a la gata por encima de ella. Por su parte Camille hace lo que está a su alcance para deshacerse del animal, siendo descubierta por su marido. Alain puede ser el perfecto niño mimado que no ha madurado y que siente que la gata que lo acompaña desde la infancia es más valiosa que su mujer, el joven aristócrata cuenta solo con su madre y con Saha, aún cuando Camille aspira a estar siempre junto a él.

"Los hermosos ojos amarillos de Saha, invadidos poco a poco por la gran pupila de la noche, contemplaban en el espacio puntos móviles, invisibles y flotantes.
 - Oye, ¿que mira la gata? ¿Si no hay nada allá donde mira...?
- Nada, para nosotros...
Alain evocaba, añoraba el ligero estremecimiento, el temor que en otros tiempos le transmitía su gatita amiga cuando se le tendía en el pecho por las noches...
- Supongo que no te dará miedo... -dijo condescendiente.
Camille estalló en risas como si no hubiera esperado palabras tan insultantes.
- ¿Miedo...? Tú sabes que tengo miedo de muy pocas cosas
- Eso es una contestación de niña tonta -repuso Alain hostilmente.
- Digamos que sí -dijo Camille encogiéndose de hombros-. Tú tienes miedo a las tormentas -y designó la violácea muralla de nubes que se levantaban al propio tiempo que la noche-. Sí, eres como Saha -añadió-; no te gusta la tormenta." 

La historia tiene mucho de inusual, pues es el amor más etéreo de lo normal el que se interpone entre la pareja, es un rival sin competencia el que debe enfrentar Camille. Es ridículo que sienta celos por un animal que le está quitando a su esposo, pero en el fondo es eso. Es usual también, en la medida en que las desventuras y alegrías de un matrimonio son el telón de fondo de la novela, pues es precisamente su relación la que pretenden sobre poner a las adversidades que inconscientemente les plantea el animal.




La joven Camille no quiere más nada que ser una mujer para su marido, pero en los escasos momentos en que la gata no tiene el protagonismo y Alain tiene ojos para ella, se estrella con su obscura personalidad y de paso con el pragmatismo e insensibilidad de su esposo. La psicología de estos personajes es manejada de una manera simple, casi que parecen ser conocidos al primer contacto.

De otro lado, la narración no es muy movida, y aunque tiene cierto ritmo, este es dado por los pertinentes pasajes descriptivos de ese Paris de la belle epoque. Narrada en tercera persona, la introspección de Camille y Alain, en ocasiones llega a un punto en el cual es fácil deducir el final de la historia, si nada extraordinario sucede, y esto, tal vez es lo valioso de la novela. La sencillez, no solo marcada por la narrativa, sino por la historia que se ofrece como una suerte de acontecimientos propios de la relación de pareja. La vida de los dos está marcada por un extraño amor, se podría decir, una fijación no humana.

"Estaba un poco pálida, es decir, el colorete dibujaba en sus mejillas dos lunas ovaladas. Aparentaba un aire distraído, tal como hubiese hecho ante una mirada humana. Hasta empezó a canturriar con la boca cerrada y reanudo su paseo de uno a otro tabique siguiendo el ritmo de su canción, pero le falló la voz. Obligó a la gata, que su pie iba a magullar, a ganar de un salto un estrecho observatorio; luego, a pegarse contra la puerta.
Saha se había rehecho; hubiese muerto antes que lanzar un segundo grito. Camille, acosando a la gata sin parecer verla, iba y venía en completo silencio. Saha solo saltaba al antepecho cuando los pies de Camille se posaban a su lado, y no volvía al suelo del balcón más que para evitar el brazo tendido que la hubiese precipitado desde lo alto de los nueve pisos.
Huía metódicamente, saltando con cuidado; tenía la mirada fija en la enemiga, sin condescender al furor ni a la súplica. La extrema emoción, el temor de morir, empaparon de sudor la planta sensible de sus patitas, que marcaron huellas de flores en el balcón estucado". 

Alain llega realmente a odiar a Camille, y en contraposición y tal vez como una necesidad debe amar a su gata. No se logra saber el motivo del odio ocasional hacia su esposa, pero una posibilidad puede ser la interferencia que ella ejerce al aparecer en su vida, y de paso en la relación entre él y Saha. Pero ¿es comparable el amor entre una y otra? Esa es la pregunta planteada a lo largo de la novela, pues parecen sentimientos que no son compatibles. ¿Puede el silencio de un animal, proveer mayor felicidad que la locuacidad de un humano, en este caso de su mujer? ¿Quién es Alain realmente?

Colette como una primigenia activista de los derechos de la mujer y declarada feminista, posiblemente nos presenta una figura casi ridícula de Alain; la imágen de un niño en el cuerpo de un hombre de sociedad, y frente a él, la mujer incomprendida y perdida en una relación absurda. El machismo y la locura de Alain, siempre atropellan a Camille, aunque esta hace esfuerzos por aprender a convivir con esto.

La Gata, es una oda  a lo cotidiano, a los pequeños detalles que componen la vida misma. A las fantasías que puede llegar a crear la mente humana y las obsesiones que generalmente esto acarrea. Una novela que habla del abandono y de la soledad como formas de supervivencia.


Citas tomadas de: COLETTE, La gata, Ed. La oveja negra Ltda y RBA Proyectos editoriales, S.A., 1983, Traducción de E. Piñas.

domingo, 1 de abril de 2012

Un mundo feliz de Aldous Huxley




Bernard Marx es un macho alfa-plus, que tiene un complejo por su corta estatura, que no corresponde al estatus que le ha sido otorgado y que vive en Londres en el año 2540. Pertenece a una sociedad que se declara perfecta, en donde la gente nace predestinada a servir y ser útil de una u otra manera, sin que nadie pueda pretender ser algo diferente a lo que fueron diseñados. Se consideran a sí mismos como felices, por cuanto han eliminado todas las barreras que impiden el progreso y la evolución humana como lo son los sentimientos, la familia y la religión. El sexo es visto como algo necesario que se da en cualquier momento, con cualquiera y que en principio no debería traer complicaciones de ningún tipo, y ante cualquier inconveniente emocional y psicológico se usa una droga aceptada por todos, llamada "soma", que constituye un mecanismo correctivo en toda aquella situación que pueda acercar a la gente al mundo anterior, es decir al que conocía Aldos Huxley en 1932, época en que fue escrita la obra.

La trama es envolvente, es audaz y no da tiempo de devolverse en las páginas a revisar una técnica descriptiva de la situación planteada por el autor. Digamos que no se empieza por las generalidades del mundo feliz de Huxley, sino que la historia empieza a ser contada desde la cotidianidad de este mundo del año 2540, abordando la médula del asunto solo hasta el final de la obra, donde empiezan a florecer los contrastes inevitables y las comparaciones con el mundo del siglo XX; esto cuando el personaje de John El Salvaje, un muchacho que viene de "La reserva", una comunidad que vive en el sur de los Estados Unidos, en un atraso total, guardando vestigios del fracaso del mundo anterior, toma fuerza en la historia.

Bernard Marx, representa la nostalgia hacia un mundo que no conoció. Un mundo donde la gente se casaba, se juraba amor y todos tenían un padre y una madre, y es a través de este personaje que el autor logra a lo largo de la obra la posibilidad de desarrollar una historia de contraste a la vez que de insatisfacción con el supuesto "mundo perfecto" que plantea. Para esto se vale también, de la mención de hechos históricos, así como de personajes también reales que e convierten en referentes en el mundo de ficción seiscientos años después. Del mismo modo, el concepto de premodernidad decora la historia de principio a fin, pues es aquello que se repele, que pertenece al pasado, es decir al mundo real, significa la negación de la felicidad.

A un lado de la historia, cabe decir que la técnica narrativa se hace en gran parte a través de saltos de diálogos entre los diferentes personajes, no es una narración convencional y no existe ninguna introducción a  la historia, pues el lector asiste a un devenir de acontecimientos, sin que previamente haya sido informado de la razón de ser de estos.

Sin lugar a duda, la gracia de "Un mundo feliz", no es otra que el hecho de presentar una historia de ciencia ficción seria, si se la quiere llamar así. Un futuro que plantea un debate desde lo filosófico, lo biológico, y hasta lo sociológico. Donde el concepto de libertad es el sacrificio máximo hacia la consecución de la felicidad, una felicidad que es colectiva, más que individual. Es el afán de siempre lograr la situación ideal para todo. Huxley plantea y se plantea el hecho de pasar por encima de las preocupaciones y dolores individuales del día a día, y muestra una realidad perfecta pero insípida, en donde el título de "feliz", más parece un sarcasmo. La historia misma absorbe casi que cualquier otro análisis de la obra, como el estilo literario utilizado, la construcción de personajes, que pueden ser más simbólicos que literarios, pues el solo hecho de comparación entre dos mundos que discurren entre el avance tecnológico, llevado a la manipulación genética es en sí mismo una gran historia para la época.

"- Mi joven y querido amigo -dijo Mustafá Mond-, la civilización no tiene ninguna necesidad de nobleza ni de heroísmo. Ambas cosas son síntomas de ineficacia política. En una sociedad debidamente organizada como la nuestra, nadie tiene la menor oportunidad de comportarse noble y heroicamente. Las condiciones deben hacerse del todo inestables antes de surja tal oportunidad. Donde hay guerras, donde hay una dualidad de lealtades, donde hay tentaciones que resistir, objeto de amor por los cuales luchar o que defender, allá, es evidente, la nobleza y el heroísmo tienen algún sentido. Pero actualmente no hay guerras. Se toman todas las precauciones posibles para evitar que cualquiera pueda amar demasiado a otra persona.
No existe la posibilidad de elegir entre dos lealtades o fidelidades; todos están condicionados de modo que no pueden hacer otra cosa más que lo que deben hacer. Y lo que uno debe hacer resultan tan agradable, se permite el libre juego de tantos impulsos naturales, que realmente no existen tentaciones que uno deba resistir, Y si alguna vez, por algún desafortunado azar, ocurriera algo desagradable, bueno, siempre hay el soma, que puede ofrecernos unas vacaciones de la realidad. Y siempre hay el soma para calmar nuestra ira, para reconciliarnos con nuestros enemigos, para hacernos pacientes y sufridos. En el pasado, tales cosas sólo podían conseguirse haciendo un gran esfuerzo y al cabo de muchos años de duro entrenamiento moral. Ahora, usted se zampa dos o tres tabletas de medio gramo, y listo. Actualmente, cualquiera puede ser virtuoso. Uno puede llevar al menos la mitad de su moralidad en el bolsillo, dentro de un frasco. El cristianismo sin lágrimas: esto es el soma".



De otro lado, la dificultad consistente en hacer una novela de carácter futurista, basándose en elementos reales y valiéndose de una constante remembranza a la actualidad de esa época de una manera impecable, logra el punto alto que la caracteriza. Así mismo el prever un mundo seiscientos años después, sin que al ser leída hoy, ochenta años después de haber sido concebida, sea vista como una ambientación ridícula de un futuro caricaturesco.

La negación humana, y el hecho de partir de la premisa según la cual el ser humano es malo por naturaleza, razón por la cual debe ser predestinado y manipulado antes de nacer para garantizar su felicidad y perfecto desarrollo social, son el golpe preciso de la novela. Es la forma en que el futuro es descrito, más allá de los gadgets o aparatos que puedan fascinar al lector común. Es una crítica a las utopías, a los sueños por ver el mundo de una manera uniforme, equilibrada y feliz. También por la búsqueda y consecución de ese supuesto ideal humano de felicidad constante, basada en la hermandad y la fraternidad, de ahí la necesidad de negar los sentimiento para poder avanzar en eso. Se debe desnaturalizar al ser humano para hacerlo feliz.

"- Sucedáneo de Pasión Violenta. Regularmente una vez al mes. Inundamos el organismo con adrenalina. Es un equivalente fisiológico completo del temor y la ira. Todos los efectos tónicos que produce asesinar a Desdémona o ser asesinado por Otelo, sin ninguno de sus inconvenientes.
- Es que a mí no me gustan los inconvenientes.
- A nosotros, no -dijo el Interventor-. Preferimos hacer las cosas con comodidad.
-Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero peligro real, quiero libertad, quiero bondad, quiero pecado.
- En suma -dijo Mustafá Mond-, usted reclama el derecho a ser desgraciado.
- Muy bien, de acuerdo -dijo el Salvaje, en tono de reto-. Reclamo el derecho a ser desgraciado.
- Esto, sin hablar del derecho a envejecer, a volverse feo e impotente, el derecho a tener sífilis y cáncer, el derecho a pasar hambre, el derecho a ser piojoso, el derecho a vivir en el temor constante de lo que pueda ocurrir mañana; el derecho a pillar un tifus; el derecho a ser atormentado". 

Sin duda, una novela de culto para toda una generación que cultivó algunos de los ideales propuestos por Huxley, como aquel del sexo libre, la búsqueda incesante de la felicidad, los estados alterados de conciencia mediante las drogas, y la perspectiva de abrirse a un nuevo mundo que así no fuera perfecto, sí era muy lejano al que ofrecía la medianía del siglo XX, un período convulsionado por guerras. Más allá de lo literario, "Un mundo feliz", queda como la respuesta para gran parte de una generación que recurrió a la espiritualidad y empezó a hablar de premodernidad.


Citas tomadas de: HUXLEY Aldous, UN MUNDO FELIZ, Plaza y Janes Editores S.A., Barcelona, 1969.