viernes, 11 de mayo de 2012

El extranjero de Albert Camus




Comentar "El extranjero", es algo que ya es del común acontecer. Es algo que no pretendo iniciar desde la óptica de una reseña. Solo decir que es una novela que logró descifrar tempranamente lo que marcaría al hombre de segunda mitad del siglo veinte. Una novela que más que novela es un relato. Pero por sobre esto es el primera trabajo grande de Albert Camus y como primero, deja la esencia del escritor, pero en contraposición a lo acostumbrado, lo hace de una manera armónica y ordenada.

Camus nos cuenta la historia de un hombre (Meursault), que es notificado de la muerte de su madre, y que sin el mayor desconsuelo, atiende sus servicios fúnebres. No obstante, ese hecho particular, le costará en gran parte su vida misma. El hombre no es lo que la sociedad quiere de él. No es lo que debería ser. Su visión desesperanzada del mundo, que no se dice, sino que el lector presiente, es el sello de identidad de Meursault.

"Sin duda quería mucho a mamá, pero eso no quería decir nada. Todos los seres normales habían deseado más o menos las muerte de aquellos a quienes amaban. Aquí el abogado me interrumpió y pareció muy agitado. Me hizo prometer que no diría tal cosa en la audiencia ni ante el juez instructor".

No tiene vicios, no tiene aficiones, y difícilmente es movido por algo. Así que una vez enterrada su madre, continuará su vida errante y en donde las situaciones y personajes son los que parecen llevarlo de un lugar a otro. En una ocasión Meursault se ve inmiscuido en una bronca de un amigo suyo con un grupo de árabes, luego sin saber exactamente porqué, nuestro protagonista asesina a uno de lo árabes de cinco balazos, al verse enfrentado al hecho de tener un arma en su mano.

El hombre es llevado a juicio y el proceso se convierte más bien en una audiencia de escarnio público, cuando las personas que recientemente lo han visto atestiguan en el sentido de tener claro que Meursault es frío y no tuvo sentimientos ni siquiera con su madre, no derramó ninguna lágrima por ella. A varios les consta. Meursault ni siquiera se defiende ni se muestra arrepentido, por lo menos abiertamente por la muerte del árabe. El veredicto es previsible.

"De mi lado hay una decena de detenidos, árabes la mayor parte. María estaba rodeada de moras y se encontraba entre dos visitantes, una viejecita de labios apretados, vestida de negro, y una mujer gorda, en cabeza, que hablaba muy alto y gesticulaba. Debido a la distancia que había entre las rejas, los visitantes y los presos se veían obligados a hablar muy alto. Cuando entré, el ruido de la voces que rebotaba contra las grandes paredes desnudas de la sala, y la cruda luz que bajaba desde el cielo sobre los vidrios y brotaba en la sala, me causaron una especie de aturdimiento. Mi celda era más tranquila y más oscura. Necesité algunos segundos para adaptarme. Sin embargo, concluí por ver cada rostro con nitidez, destacado a plena luz. Observé que un guardián estaba sentado en el extremo del pasillo entre las dos rejas. La mayor parte de los presos árabes, así como sus familias, estaban en cuclillas frente a frente. Pero no gritaban. A pesar del tumulto lograban entenderse hablando muy bajo. El murmullo sordo, surgido desde abajo, formaba un bajo continuo a las conversaciones que se entrecruzaban por sobre las cabezas. Observé todo rápidamente y avancé hacia María. Pegada ya a la reja me sonreía cono toda el alma. La encontré muy bella, pero no supe decírselo".




Esa historia se desarrolla en muy pocas páginas, porque es narrada con exactitud, en la medida en que no tiene detalles que le sobren. No hay lugar a formas complejas narrativas, y es que aunque de manera paradójica la narrativa se base en muchos detalles, todos sirven. Y esa descripción detallada hace que la historia sea muy íntima al lector.

Los párrafos son construcciones de frases muy cortas. Lo que da la sensación de estar anteponiendo pequeñas sentencias que tienen que hacer parte de un todo, generando de esta forma una expectativa casi imperceptible y que da la sensación de que algo sucederá. Lo anterior propicia entonces, que la historia sea rápida, se pasa de un acontecimiento a otro y no hay nada mejor que una historia sencilla narrada con rapidez.

Los personajes aparecen sin que previamente o sobre la marcha siquiera, se haga una breve reseña de ellos. Están ahí para crear el juicio. Son las pruebas en contra que necesita la historia. Camus deja al lector la historia de los personajes, incluso del protagonista, ese hombre frío que ni siquiera es malo, pero que es acusado y condenado por ser diferente. Es la historia de la sociedad que tacha al diferente, que no acepta su indiferencia, que lo repudia al extremo. Es así como en el juicio por ejemplo, lo más nimios detalles cobran dimensiones considerables al hacer parte de sentimientos que no solo tiene un personaje de ficción, protagonista de una historia, sino que por el contrario pueden ser sentidos por cualquiera. El miedo de conocer su destino por primera vez, es transmitido de una forma bastante elocuente, es real. La sencillez del relato es verdaderamente fascinante.

La historia es impecable, la narración muy clara. Aunque tal vez nos repita muchas veces que Meursault es insensible. Tal vez eso ya está entendido, y es aceptado. Tal vez quería acentuarlo pero ya estaba claro, pues qué mejor ejemplo que el inicio del escrito con el funeral de la madre. Con el hecho de darse cuenta que ya no tenía nada en común con ella así que decide enviarla a un asilo de ancianos.

"Poco después me escribió. Y a partir de ese momento comenzaron las cosas de las que nunca me ha gustado hablar. De todos modos, no se debe exagerar nada y para mí resultó más fácil que para otros. Al principio de la detención lo más duro fue que tenía pensamientos de hombre libre. Por ejemplo, sentía deseos de estar en una playa y de bajar hacia el mar. Al imaginar el ruido de las primeras olas bajo las plantas de los pies, la entrada del cuerpo en el agua y el alivio que encontraba, sentía de golpe cuánto se habían estrechado los muros de la prisión. pero esto duró algunos meses. Después no tuve sino pensamientos de presidiario".

"El extranjero" tiene mucho del "Rojo y Negro" de Stendhal, especialmente el final, en donde la muerte ronda y una vez más se confirma que nada tuvo ni ha tenido sentido jamás, excepto esa sensación de "amor", el sentimiento por el cual se cambiaría todo. La renuncia a Dios y sobre todo a la vida de los hombres, de los otros hombres, es un hecho notorio.

Me quedo con las últimas páginas de una historia que no pareciese tener mucho qué contar, pero que con los toques de sutileza de Camus, cobra las dimensiones de un clásico. Visconti la llevó al cine sin mucho éxito, pero es que aún para un genio como él, contar una historia que solo cabe en palabras es muy difícil.


Citas tomadas de: CAMUS, Albert, El extranjero, Emecé Editores S.A., 1949, Traducción de Bonifacio del Carril.