domingo, 13 de octubre de 2013

En la carretera El rollo mecanografiado original de Jack Kerouac




Una novela que como muchas pretende traducir y expresar sueños de juventud. La diferencia es que lo logra, y básicamente lo hizo marcando a toda una generación. Alcohol, drogas, gasolina, carreteras, autos, México, selva, desierto, sexo, amistad, vida. Eso es "En la carretera", escrita en tan solo tres semanas, su fuerza descriptiva y sencillez siguen siendo casi un enigma en la historia de las letras norteamericanas. Lo mejor de leer el rollo original es preguntarse al final de cada página ¿Cómo hizo Kerouac para solo seguir adelante, para poner las palabras en el orden en que lo hizo?

Neal Cassady es el eterno compañero de viaje de Kerouac, o más bien, Kerouac lo es de Cassady, atraviesan Estados Unidos casi cuatro veces, en siete años, y terminan en México, lugar donde cualquier final estaría bien después de que el desarrollo mismo de la historia hace prescindible una conclusión. 

"Bostezó. Le puse una mano en la boca y le dije que no bostezara. Intenté explicarle lo ilusionado que me sentía ante la vida, y la cantidad de cosas que podríamos hacer juntos (me vi diciéndole esto cuando en realidad estaba planeando irme de Denver dentro de dos días). Se apartó de mí con cansancio, Seguimos allí tendidos, mirando el techo, preguntándonos qué clase de obra creó Dios cuando hizo que la vida fuera tan triste y esquiva. Hicimos vagos planes de encontrarnos en San Francisco. Mi tiempo en Denver estaba llegando a su fin. Pude sentirlo cuando la estaba acompañando a casa caminando por la sagrada noche de Denver, y al volver me tendí en la hierba de una vieja iglesia en medio de un grupo de vagabundos, y su charla me hizo sentir unas enormes ganas de volver a la carretera".


La mexicana que conoce Kerouac en un bus, evoca unos de los más bellos pasajes literarios que recuerde. La historia tiene un solo hilo conductor, el cual parece ser la búsqueda de historias qué contar, de vida. Kerouac, deja a su madre en Nueva York y parte en un viaje sin sentido, recogiendo a toda clase de gente que hace autostop en la carretera, buscando techo en uno u otro lugar, siempre con esa sensación de poder que da el huir.

Tiene la magia de todo relato sencillo, humano y sin pretensiones, solo consiste en contar lo vivido sin ir más allá y sin restar potencia a la aventura. No extraña que miles de jóvenes en el mundo se lanzaran a las carreteras después de esto, no importa si eran hippies, beatniks o hipsters, por muchos años posteriores a la novela, la respuesta estuvo en la carretera.

"Al final de la carretera norteamericana hay un hombre y una mujer que hacen el amor en la habitación de un hotel. Era todo lo que deseaba. Sus familiares conspiraban para mantenernos separados; no es que se equivocaran precisamente, pero pensaban que yo era un vagabundo y que lo único que haría era abrir viejas heridas en su corazón. De hecho ella estaba en Lansing, Michigan, aquella noche; a ciento cincuenta kilómetros de distancia, y yo estaba perdido. Lo único que quería yo y lo único que quería Neal y lo único que quería todo el mundo era algún tipo de penetración en el corazón de las cosas, donde, como en un útero, poder acurrucarnos y dormir el sueño y dormir el sueño extático que Burroughs experimentaba con un buen "chute" de morfina y que los ejecutivos de publicidad experimentaban después de doce escoceses con soda en Stouffers antes de volver en el tren de los borrachos a Westchester..., pero sin resaca".

Al leer el rollo mecanografiado, queda la sensación que con las páginas, Kerouac se va tomando confianza con el estilo narrativo y con el significado de lo que quiere lograr. La fuerza narrativa va cobrando vigencia, lo anterior sin querer decir que el comienzo sea flojo, todo lo contrario, es tan sincero y sencillo que deja como única salida el hecho de que el lector quede atrapado, es un invitado más en el auto.

Es difícil sacar conclusiones que no se hayan dicho frente a una novela que ha marcado tanto y desembocado en muchas cosas, pero más allá de lo que representa "On the road", se trata de un hecho de amistad, al que cualquier final le sobra.

Notas tomadas de: KEROUAC Jack, En la carretera El rollo mecanografiado original, Ed. Anagrama 2009, Barcelona.

lunes, 1 de julio de 2013

Los detectives salvajes de Roberto Bolaño




Arturo Belano y Ulises Lima van tras la pista de Cesárea Tinajero, una poeta mexicana fundadora o mejor precursora del movimiento denominado "real visceralismo". Sobre la misteriosa mujer no hay más que unos pocos testimonios, así como los ejemplares de una revista literaria supuestamente dirigida por ella. Los dos hombres tras su pista son poetas o al menos así se denominan pues no escriben una sola línea a lo largo de los veinte años o más que toma la historia.

La primera parte de la obra trata del diario del estudiante de derecho Juan García Madero de diecisiete años quien narra sus días en México D.F., junto a un grupo de jóvenes poetas integrantes del "realismo visceral". En su diario García Madero hace constantes referencias a Belano y Lima, más bien como dos vendedores de droga que recurren a este negocio como única manera de financiar su estilo de vida e invertir en la búsuqeda de Tinajero.

En una segunda parte, se acumulan diversos relatos hechos a muchas voces en distintas parte del mundo, por parte de personajes que tuvieron contacto con Belano y Lima. Los lugares van desde Francia, Israel, Liberia, Angola, Austria, España, México, etc. Unos fueron sus amigos, otros solo los vieron pasar, otros compañeros de vida aunque haya sido por un solo rato, pero lo cierto es que todos tenían algo que decir en torno a ellos.

"(...) La verdad es ue ya tenía miedo hasta de bajar los ocho pisos de escalera de aquél caserón fantasma. Sin embargo lo único que quería en ese momento era salir corriendo de allí. Pero el miedo repentino a quedarme solo pudo más, me levanté, descubrí que tenía una pierna  acalambrada, y le dije a Ulises que me invitara a pasar a su cuarto. Éste pareció entonces como si depertara y dijo claro, Polito, y abrió la puerta. Cuando  estuvimos adentro, con la luz encendida, sentí que la sangre volvía a circularme por el cuerpo y, para conchudo yo, le mostré los libros que había traído. Ulises los miró uno por uno y dijo que estaban bien, aunque yo sabía que se moría por tenerlos. Te los he traído para vendértelos, dije. Cuánto quieres por ellos, me dijo. Le dije una cifra al pedo, a ver qué pasaba. Ulises me miró y dijo de acuerdo, luego metió la mano en el bolsillo, me pagó y se quedó mirando sin decir nada. Bueno, compadre, dije yo, ya me voy, ¿te espero mañana con una comida rica? No, dijo él, no me esperes. ¿Pero irás algún día? Acuérdate que si no comes te puedes morir de hambre, dije yo. No voy a ir nunca más Polito, me dijo. No sé qué me pasó. Por dentro estaba cagado de miedo (me moría ante la idea de salir, de atravesar el pasillo, de bajar las aescaleras), pero por fuera me puse a hablar, la chucha, de pronto me encontré hablando, escuchándome cómo hablaba, como si mi voz ya no fuera la mía y la muy cabrona se hubiera largado a desvariar sola. Le dije no hay derecho, pues, Ulises, con lo que me he gastado en víveres, si vieras las cosas buenas que he comprado, ¿y ahora qué va a pasar con ellas?, ¿se tiene que pudrir? ¿me hincho a comer yo solo, ah, Ulises?, ¿me agarro de tanto comer una indigestión o un cólico hepático?, contéstame, pues, Ulises, no te hagas el sordo. Cosas de ese talante. Y por más que en mi interior yo me decía cállate, pues, Polito, te estás pasando de conchudo, esto puede acabar mal, aprende a distinguir tus límites, huevón, por fuera, en esa zona como adormecida, anestesiada que era mi cara, mis labios, mi lengua escarnecida, las palabras (¡las palabras que yo por primera vez no quería pronunciar!) seguían saliendo y asó oí cómo le decía: qué tal amigo eres, Ulises, yo que te engreía como si fueras más que mi pata, mi hermano, causita, mi hermano menor, caracho, Ulises, y tú ahora me sales con estos desprecios (...)"

Finalmente, una tercera parte retoma el diario del joven García Madero y se desarrolla en el desierto de Sonora, cuando se emprende la verdadera búsqueda de Cesárea Tinajero, por allá por 1976. 



El hecho mismo según el cual no hay un solo narrador, no hay una sola voz, puede ser la primera característica de la obra. Bolaño deja entrever que su intención es darle una importancia super potenciada a las "aventuras" de Lima y Belano, en ojos de mucha gente. Todos interactúan con ellos, hablan con ellos, se ríen, lloran, tienen sexo, comen, todo con ellos, hasta ahí parece una audacia narrativa de Bolaño, si no fuera por el detalle que no sucede nada de trascendencia para la historia, para su evolución. Belano trabaja cuidando un camping a las afueras de Barcelona y salva a un niño, Lima está vagando por Israel y no tiene un centavo, luego el primero trabaja como reportero freelance en África, van y vienen a México, y vuelven a desaparecer así por 609 páginas. 

La escritura es limpia, pero le sobran muchas cosas, que tal vez le son dadas por la variedad de voces narradoras, en eso sí hay que ser claros y es que Bolaño logra que cada narrador tenga una identidad clara y definida, y es que aunque se concatenan no logran moldear el cuerpo de la novela. La mayoría de estos narradores desnudan sus personalidades y hacen ver a los "detectives" casi como intrusos en sus vidas, eso sí es una virtud de libro. No obstante esa virtud es la que genera el fraccionamiento del que se habla.

La segunda parte que es la más extensay  la imagino más a manera de documental, un documental literario si el término cabe. Muchos entrevistados a quienes a veces se les olvida de lo que están hablando y terminan contando sus historias personales, a veces entretenidas a veces poco valiosas para el lector desprevenido, a veces se nos olvida quienes son Lima y Belano, aunque de antemano contemos que Belano es el propio Bolaño y Lima es Mario Santiago Papasquiaro, seudónimo de José Alfredo Zendejas Pineda, poeta mexicano ya fallecido en un accidente automovilístico, al que no lo gustaba mirar si venían autos al cruzar las calles.

"(...) Iñaki Echavarne, bar Giardinetto, calle Granada del Penedés, Barcelona, julio de 1994. Durante un tiempo la Crítica acompaña a la Obra, luego la Crítica se desvanece y son los Lectores quienes la acompañan. El viaje puede ser largo o corto. Luego los Lectores mueren uno por uno y la Obra sigue sola, aunque otra Crítica y otros Lectores poco a poco vayan acompañándose a su singladura. Luego la Crítica muere otra vez y los Lectores mueren otra vez y sobre esa huella de huesos sigue la Obra su viaje hacia la soledad. Acercarse a ella, navegar a su estela es señal inequívoca de muerte segura, pero otra Crítica y otros Lectores se le acercan incansables e implacables y el tiempo y la velocidad los devoran. Finalmente la Obra viaja irremediablemente sola en la Inmensidad. Y un día la Obra muere, como mueren todas las cosas, como se extinguirá el Sol y la Tierra, el Sistema Solar y la Galaxia y la más recóndita memoria de los hombres. Todo lo que empieza como comedia acaba como tragedia (...)"

Como ejercicio autobiográfico las "aventuras" de Belano son las de Bolaño, lo que pasa es que Belano no es interesante, un poco más Lima, pero de ahí nada más. Son dos poetas por la vida, el uno tratando de ser radical, el otro un poco más consciente de que los radicalismo casi siempre conducen a nada, y que al final terminará siendo traducido en el éxito de Bolaño.

De otro lado,  no es posible construir una pista una secuencia, un hilo conductor entre una toma y otra del documental Bolaño, de la secuencia de relatos que lo componen, y en este sentido el interés se diluye entre intervenciones y a veces se recobra con otros pasajes de elevado estilo que generan interés en los venideros, pero que resultan diluidos en las intervenciones de los mismos que ya han pasado antes, con asuntos banales y cotidianos, contados de una manera muy básica.
 
¿Es una novela que se puede leer por partes? Seguramente que sí. Incluso en desorden pero eso no le da mérito. Lo que es valioso es la calidad de las voces narradoras, lo que no lo es, es la falta de peso de la historia, no porque se trate de una historia simple, sino porque casi nada sorprende ni siquiera por cómo se dice. Entonces la historia es una cosa y la escritura otra, la historia es ambiciosa es recrear el mundo poético latinoamericano de los setentas, interesante no para todo el mundo. Lo otro es la forma como fue concebida, a muchas voces a veces interesantes a veces no. Todo va así, con dramas previsibles casi siempre, no veo como pueda marcar las nuevas sendas de la literatura latinoamericana, será precísamente porque el Boom fue una explosión que generó esquirlas en muchos frentes, que todavía no han consolidado nada, que no han formado una voz. Como "Los detectives salvajes" son muchas voces a veces intersantes pero sin conexión.


Notas tomadas de : BOLAÑO Roberto, Los detectives salvajes, Ed. Anagrama, Barcelona 1998, decimoséptimo edición, abril de 2009.



domingo, 21 de abril de 2013

City de Alessandro Baricco




Una novela puede ser construida de muchas formas, y en estos momentos pareciese que las posibilidades se agotan, que ya todo se ha inventado o dicho, que las formas convencionales se han desgastado hasta el límite y que las no convencionales, parecen inertes intentos desesperados por mostrar exuberantes formas narrativas que no conllevan a nada.

Pero "City", está para mostrar que la deconstrucción de una historia, puede ser real y se hace visible en el entramado que una ciudad cualquiera nos puede presentar. Parece ingenuo pero al adentrarme en la historia de "City" y la forma en que está narrada, mi primera impresión fue: "¿Cómo no se me pudo ocurrir esto?"

La trama es tan sencilla como absurda. Un chico de unos trece años telefonea a un centro de llamadas que adelanta una encuesta en la cual se le preguntó a los lectores de un cómic, si Mami Jane debe morir. El chico está furioso de que se plantee ese tipo de pregunta, pues es un fanático del personaje por el cual se indaga. El chico a su vez es un niño genio que anda con dos amigos imaginarios a todo lado, un gigante y un mudo llamados Diesel y Poomerang. La operadora que contesta el teléfono se llama Shatzy Shell, y se convierte en la cuidadora del niño genio, cuyo nombre es Gould. A partir de ahí, Baricco nos elabora una trama insospechada llena de surrealismo y complejidades de amor, odio, violencia, sexo, felicidad, tristeza, y nos muestra la vida de estos personajes, desde ventanas sobrecogedoras de nostalgia e inocencia.

"Cuánto debió de tardar, cuánta será la anchura, cuántos kilos de pintura debió de emplear, cuántos metros de largo, cuánto. Se van por las ramas, obviamente, les gusta pensar que sabiendo lo que tienen delante, al final sería posible tenerlo, efectivamente, delante, al final sería posible tenerlo, efectivamente, delante, y no sobre bajo encima junto, donde, en realidad, moran, las Nymphéas, ajenas a toda clase de cuantificación -simplemente, en todas partes. Antes o después, se atreven y se acercan. Van a ver. Pero cerca de verdad. Tocarían, si pudieran -apoyan los ojos, no pudiendo tocar son los dedos. Y definitivamente dejan de ver, ya no pueden regresar a nada, sólo captan gruesas y anárquicas pinceladas , como sobras de platos sucios, varios tipos de mostaza, y mayonesa azul, o cromáticas comas en las paredes de una taza wáter impresionista. Ríen. Y vuelven rápidamente hacia atrás para retomar el sitio en que estaba claro al menos lo que no estaba viendo: ninfeas. Mientras reculan no dejan de preguntarse cómo pudo ese hombre ver desde lejos y pintar de cerca, treta sutil que los cautiva, dejándolos, al final de su pequeño viaje de retorno hacia el centro de la sala, tan inútiles como antes, y, por si fuera poco, fascinados: momento exacto en que la conciencia de no saber ver adquiere una veta dolorosa, y ahora ya emparejada, como lo está, a la subterránea certeza de que cuanto escapa a su mirada sería punzante placer, e inolvidable recuerdo de belleza. Entonces se rinden. Y echan mano al supremo sucedáneo de la experiencia, al sello de toda mirada fallida. Liberan de la calidez de sus fundas grises afelpadas la derrota  de su máquina fotográfica".



El proceso en el cual los personajes van tomando forma a través del lector mismo es posiblemente el máximo logro de "City". Esto, por cuanto no son personajes convencionales. Shatzy, por ejemplo, tiene una obsesión con escribir un "western". Gould, siempre que está en el baño, recrea una historia acerca de un boxeador que intenta no perder vigencia y que en ocasiones se siente traicionado por su entrenador. En su cabeza recrea la historia hasta que se ve interrumpido por alguien o entran en escena sus otros amigos imaginarios. Para el lector resulta entonces normal el sentirse un poco desorientado con el devenir de las páginas al enfrentarse a una narración como esta, en la que a veces no se sabe quien habla. De todas formas, la historia sigue y crece y languidece al ritmo de sus personajes. 

" El niño negro jugaba, y aparecía en su soledad inevitable y clandestino como los pensamientos, cuando son verdaderos y piensan en la forma de la pregunta. Con aquel reputado lugar del saber a sus espaldas, la escuela, blindada, y separada, con producción de preguntas y respuestas según un método guiado, en el confortable marco de una comunidad dedicada a  limar las aristas cortantes de las preguntas, convirtiendo astutamente en ceremonia comunitaria lo que sería hipérbole aislada, y abandonada. Expulsado del saber, lejos de los pensamientos pensó Gould. (niño hermano, en el vacío de un patio vacío, tú y tus preguntas, enséñame esa calma y el gesto seguro que encuentra la retina, esa respiración, en el extremo opuesto a todos los miedos.) Caminó los pasos de regreso sincronizándolos con el rebote imaginario de un hipotético balón al que daba movimiento con la mano, empujándolo en el vacío, sintiendo los botes en el suelo, cálidos y regulares como latidos del corazón rebotados de una vida sosegada. Lo que la gente podía ver, y veía, era un chiquillo que caminaba jugando con un yoyo que, en realidad, no existía. De manera que miraban, absortos por esa rítmica esquirla de absurdo, engastada en una adolescencia, por si fuera poco, como si anunciara de muy lejos una locura. La gente teme la locura. De ese modo, Gould paseaba como una amenaza, aunque no lo supiera -sin saberlo, como una agresión. Llegó a casa. En el jardín había una roulotte. Amarilla".
 
Entonces, a pesar de la particularidad de estos, cada uno habla con absoluta propiedad sobre sí mismo y tiene una visión única y sincera frente a cada situación a la que se ve enfrentado. Esto hace que un gigante imaginario sea importante en la historia. Es más, hace que los personajes de las historias creadas a su vez por los personajes principales incluso crezcan dentro de una historia de trasfondo, es como ver un cuadro narrativo de tres dimensiones.

" Mondini encontró una frase. No era gran cosa, pero daba una idea aproximada. -¿Sabes en qué se reconoce a un gran púgil? Él sabe el día en que lo dejará. Créeme, Larry: tu día es éste. Larry se volvió hacia el Maestro. -¿Debería dejarlo? -Sí. -¿Yo debería dejarlo? -Sí. -¿Me está usted diciendo que Larry "Lawyer" Gorman debería dejarlo? -Tú, Larry, tú debes dejarlo. -¿Yo? DIESEL - Que los ricos no entienden un carajo del resto de la humanidad es algo que ya se sabe, pero lo que nadie quiere entender es que el resto de la humanidad no sabe nada de nada de los ricos, no tiene ninguna posibilidad de comprenderlos. Tienes que haber pasado por eso, para comprenderlos, tienes que haber sido rico cuando tenías seis años, cuando ya eras rico en el vientre de tu madre, cuando eras un pensamiento de tu padre, también rico. Entonces a lo mejor puedes llegar a comprenderlos. Si no, sólo puedes decir chorradas. ¿Tú que sabes, por ejemplo de lo que es importante para ellos? ¿De lo que realmente les preocupa? ¿O de lo que les da miedo? A lo mejor sabrías decirlo de ti. Pero ellos ¿qué tienen que ver? Están en otro ecosistema. Como los peces, por ejemplo. Quién sabe qué quieren, adónde van, o por qué. Son peces. Y pueden morir por lo que es vida para ti. Una bocanada de aire y ya se han ido, una bocanada de ese aire cualquiera que es vida para ti. Son fiambre. Larry era un pez. Tenía todo un mar a su alrededor, y branquias difíciles de ver, y una vida que respirar de una forma que no puedes comprender, si estás mirando el mar desde la orilla, desde aquí"

Ahora, más allá de la inteligente forma narrativa, vale señalar que al igual que las novelas filosóficas, "City", - sin serlo - se vale de situaciones ingeniosamente puestas en escenas, pareciera que con el único afán de sentar posiciones por cada personaje a su manera. 

Finalmente, se puede decir que lo más valioso de "City", es la meticulosa construcción de la filigrana en la cual está montada la historia, en donde varias de estas se entrecruzan, no necesariamente para formar una única trama, pues cada cual tiene vida propia y puede subsistir por separado, pero sin alejarse en ningún momento de esa ruidosa sensación que da el vivir en una ciudad cualquiera.

Apartes tomados de: BARICCO Alesssandro, City, Ed. Anagrama S.A., 2002, Traducción de Xavier González Rovira.

jueves, 28 de marzo de 2013

Horror en el Mueso y otros relatos por H.P. Lovecraft




Horror en el museo es una sencilla compilación de relatos de terror escritos por Howard Phillips Lovecraft y otros colaboradores, entre los que se cuentan sus más cercanos. En esta colección de relatos, Lovecraft hace gala de una refinada técnica narrativa, en la cual encierra macabras descripciones, alrededor de una atmósfera gris que acompaña de manera singular cada cuento.

Las historias de fantasmas, el horror, la fantasía y la ciencia ficción vienen todas en un paquete de doce relatos, incluyendo el que le da título a la compilación, "Horror en el Museo". La mayoría de relatos fueron publicados originalmente en la década de los veintes, siendo reunidos bajo una misma edición, solo hasta 1970.

Al revisar estos relatos, es inevitable hacer comparaciones y darse cuenta de por qué Lovecraft ha sido influencia en tantos campos y para tanta gente. Particularmente en el relato "Hasta la última gota del océano",  se puede ver lo que será Stephen King, muy cerca de lo que fue la serie televisiva "Apocalipsis", no en vano Lovecraft sigue siendo el maestro del horror.

"En lo profundo, a través de éter, contemplé los giros monótonos e idénticos de la tierra execrada poblada de tempestuosos mares que se abalanzaban con frenesí contra las playas desoladas y escupían su rabiosa espuma sobre las encumbradas torres de ciudades vacías. Y bajo una luna cadavérica descubríanse panoramas que jamás me atrevería a describir, panoramas que jamás llegaría a olvidar; desiertos de arcilla mortuoria y espesuras de ruina y decadencia allí donde en otro tiempo bulleron las populosas ciudades de mi tierra natal, remolinos de enfurecidos océanos allí donde en otro tiempo se irguieron los poderosos templos de mis antepasados. Alrededor del Polo Norte bullían pantanos de crujientes vilezas y vapores miasmáticos y silbaban delante de las olas carniceras e implacables que se retorcían y quejaban desde las simas más escalofriantes. En aquel momento, un rumor desgarrado hendió la noche y en el anchuroso desierto de desiertos apareció una humeante resquebrajadura. El negro océano brincaba espúmeo todavía y gemía sin descanso mientras devoraba los costados del desierto, en tanto la resquebrajadura central se iba ensanchando progresivamente".

La técnica narrativa es diáfana y certera, llega al lector de una manera irreprochable, no sobran palabras, lo cual le otorga una sencillez que para las historias cortas es fundamental y posiblemente lo que resalta la calidad, pues no siempre es lo más fácil de lograr. 



Llama la atención particularmente, que todos los personajes a lo largo de los doce relatos se preguntan unos a otros si están locos, desde el mismo momento en que comienzan a ser víctimas de los extraños indicios y los comportamiento sobrenaturales que los rodean. Tal vez sea una forma de contrastar la realidad con la ficción, que es usada por Lovecraft y por sus colaboradores. El horror se basa en lo inhumano, en la figura o la imagen que refleja la inhumanidad o lo incomprensible para los humanos. Esto, se puede decir es lo que Lovecraft trata de horror, más allá incluso de la muerte misma, traspasando incluso la crueldad que puede ser humana, no así lo incomprensible. El concepto de terror en Lovecraft, es superior a lo cruel, pues esto es humano, el ser humano es cruel y esto no sorprende, es digamos, casi que previsible desde algún momento. 

Un objeto enigmático, un pasado oscuro, la explicación de lo inexplicable, no es humano. Las formas ininteligibles e indescifrables, no son humanas y son por tanto espantosas, horrorosas.

" Ya no se veían cabezas bamboleantes. Las aguas estaban en calma y desiertas, rotas tan sólo por los evanescentes trémolos de lo que parecía ser un remolino lejano en mitad del sendero alfombrado por el resplandor lunar, sendero de donde aquel extraño grito del comienzo había brotado. Y mientras me afanaba en la observación de camino tan traicionero como argentado, febril la fantasía y los sentidos abotargados, repiqueteó en mis oídos, procedente de algún sumergido yermo de los abismos, el desmayado y siniestro eco de una carcajada".

Debo decir que fuera de la sencilla pero certera prosa de los relatos, como en toda selección hay mérito en su escogencia, pues la diversidad de temas tratados es amplia, y difícilmente un cuento se parece a otro, incluso en su técnica narrativa que en varios de ellos acude a los diarios o memorias de las propias víctimas o protagonistas, para hacerlos más creíbles y así crear una impresión mayor en el lector, no muy lejos a lo que últimamente se ha venido haciendo al tratar de disfrazar la ficción de documentales de suspenso, tratando de ambientar los mismo que Lovecraft buscaba hace cien años.

La literatura y la forma de contar una historia son cíclicas, tal vez por eso hoy Lovecraft resulta sorprendente por ser un adelantado a su época, y tambíén por ser un precursor del género que hoy se usa de distintas formas, pero por sobre todo, por crear esas historias sencillas que de tantos lados hemos escchado y en las cuales nos gustaría creer.


Notas tomadas de: LOVECRAFT H.P., Biblioteca comtemporánea, The horror in the museum and other revisions, traducción de Antonio-Prometeo Moya, August Derleth, 1970.

domingo, 10 de febrero de 2013

La Muerte a Crédito de Louis-Ferdinand Céline




Al escribir esta entrada, y de paso rememorar los variados acontecimientos narrados la obra, resulta inevitable pensar en la infancia misma, desde los más nimios acontecimientos, hasta los que de una u otra forma marcaron el camino hacia la adultez.

Céline logra eso en el lector (o por lo menos en mí). Le hace pensar que incluso su vida tiene un verdadero valor literario, que las historias están por todo lado y que a veces o generalmente el lenguaje y la forma como se dice, rebasa ampliamente su contenido. En esta, su segunda gran novela, Céline después del latigazo del "Viaje al fin de la noche", nos trae otra maravilla, llena de evocaciones, sueños, frustraciones, anhelos, redenciones y por encima de la muerte, vida.

Los personajes son tan miserables pero tan naturales que no inspiran otra cosa que compasión y amor. Se trata básicamente de una narración de carácter autobiográfico. Céline nos introduce en su vida, nos lleva por largos caminos de interjecciones, de sonidos, de malabarismos verbales y de jergas gitanas que uno termina por familiarizarse con expresiones que en ocasiones provocan la risa. Esto solo lo logra un gran arquitecto de la narrativa, como Céline.

Un viejo y enfermo Céline  cuenta sus tempranos años, así empieza "La muerte a crédito". Y entonces una infinidad de temas saltan a la vista, pasan por su pluma envenenada y satírica, como invitados con los cuales el autor se divierte y moldea las formas que le dan la gana. Esto aunado al majestuoso manejo del lenguaje que nos presenta esa jerga de barriada, usada para exhibir la desbordante lucidez que lo caracteriza, logran que la novela alcance unas altas cotas de lirismo, de música ondulante entre párrafo y párrafo.

" Disponía de otros preceptos para mi edificación moral, para mi rehabilitación. Me lo ofrecían todo antes de que me marchara. Me lo llevaba todo a Inglaterra, lo buenos principios... Excelentes... y la gran vergüenza de mis instintos. No me iba a faltar de nada. El precio estaba convenido. Dos meses enteros pagados por adelantado. Prometí ser ejemplar, obediente, valiente, atento, sincero, agradecido, escrupuloso, no mentir nunca y sobre todo no robar, no volver a meterme los dedos en la nariz, volverme irreconocible, un auténtico modelo, engordar, aprender el inglés, no olvidar el francés, escribir al menos todos los domingos. Prometí todo lo que quisieran, con tal de que me dejaran marcharme en seguida... Que no volviera a empezar una tragedia. Después de haber hablado  tanto, ya no nos quedaba cháchara... Era el momento de partir. Se me ocurrían pensamientos feos, me venían sensaciones preocupantes, me preguntaba si los ingleses serían tal vez más cabrones, más hijoputas, y peores que los de aquí..."

Las primeras páginas son duras, pues el autor no da espera, no le da tiempo al lector de entender su propósito de mostrar al Paris de hace cien años como era, de hacer gala de esa objetividad y del sentimiento implícito de perfección y humanismo que trae cada página. Los pequeños acontecimientos vienen acompasados de desgracia o mejor aún, de una triste felicidad dada por la mediocridad de sus personajes.

La pobreza y la miseria intelectual van de la mano en muchos de los personajes, no tan así en el padre de Céline. Allí, el hombre representa ese antihéroe que más que juzgado es observado por su hijo, sin que tenga nada para mostrarle o quizás enseñarle. Muchos años después, Céline calificó a su padre como un hombre de letras que siempre quiso escribir, pero que no nunca lo hizo. En la novela nunca se lee una mala palabra de Céline frente a su padre, no obstante los sentimientos cercanos a la repulsión que a veces sentía, por tener que llevar una pobreza digna, que según él, es la peor de todas.

Posiblemente el gran aporte de Céline a la literatura se dio en el "Viaje al fin de la noche", al introducir el lenguaje hablado al literario, rompiendo toda regla hasta entonces. Esa "invención", se amplía en "La muerte a crédito", en donde los diálogos son sencillamente certeros, llenos de un realismo adictivo al extremo, limpios respecto de la visión del autor, parecen sencillamente no escritos, solo hablados. Esa es en gran parte, la magia de este libro.

Algunos dirán que hay muchos puntos suspensivos, lo cual es cierto. También, que las interjecciones le quitan ritmo y a veces no se entiende o no se sabe hacia dónde va el relato, qué pretende el autor. Pero ese precisamente es uno de sus mayores valores, la incertidumbre de la vida misma llevada a las palabras, al sentimiento que concatenadas estas producen, que en mi caso es un dejo de nostalgia frente a otras épocas, frente a la ingenuidad de muchos de los personajes y del mismo Ferdinand.



"Lo arrastré por el suelo... Rugía... Berreaba... ¡Vale ya! Le acaricié la carne del cuello... Estaba de rodillas sobre él... Me enredé con los vendajes, se me quedaros las dos manos cogidas. Tiré. Apreté. Seguía pisándolas... Pataleaba... Me dejé caer con todo mi peso... Estaba asqueroso... Soltaba gallos... Yo lo machacaba... Lo estrangulaba... Estaba en cuclillas... Me hundí de lleno en la piltrafa... Babeaba... Tiré... Arranqué un buen pedazo de bigote... ¡Me mordió el guarro!... Le hurgué en los agujeros... Todo pringado... mis manos resbalaban... Se retorció...Se me deslizó de los dedos... Me aferró con ganas en torno al cuello... Me atacó la glotis... Yo apreté más. Le casqué la chola contra las baldosas... Se soltó... Volvió a quedar fláccido... Fláccido bajo mis piernas... Me chupó el pulgar... Siguió chupando... ¡Joder! Alcé la cabeza justo entonces... Vi la cara de mi madre precisamente ahí a la altura de la mía... Me miraba, con ojos desorbitados... Se le dilataban los acáis tanto, que yo ya no sabía ni dónde estaba... Lo solté... ¡Otra cabeza surgió de la escalera!... por encima del hueco... ¡Era Hortense!... ¡Seguro! ¡Exacto! ¡Era ella! Lanzó un grito prodigioso... ¡Socorro! ¡Socorro!, se desgañitaba... Me fascinó también ella entonces... Solté a mi viejo... Di un salto... ¡Ya estaba encima de Hortense!... ¡Iba a estrangularla! ¡A ver cómo pataleaba ella! Se desasió... Le pintarrajeé la cara... Le cerré la boca con las palmas... El pus de los forúnculos, la sangre compacta, reventó, le chorreó... Las piaba más fuerte que mi papá... La agarré... Se retorció... Estaba cachas... Yo quería estrangularla también... La sorpresa... Como un mundo oculto que se agita en tus manos... ¡La vida!... Hay que sentirla... Le zurré el cogote a base de golpes tercos contra la barandilla... Retumbaba... Le sangraban los cabellos... ¡Aullaba! ¡Se le había abierto! ¡Le metí un dedo en el ojo!... No la tenía bien cogida... Se zafó... Dio un brinco... Salió de naja... Tenía fuerza... Cayó rodando por las escaleras... La oí vociferar desde fuera... Alborotaba la calle... Sus gritos se oían hasta arriba... ¡Al asesino! ¡Al asesino!... Oí los ecos, los rumores."

La ironía llega a cimas altísimas. A veces, para calificar algo como irónico, hay que tener un elemento de juicio al otro lado de la balanza que nos haga pensar en lo opuesto, pero en esta historia hablar de simple ironía sería facilismo, pues no hay con qué contrastarla, no hay un deber ser constante. La vida se convierte en una broma de mal gusto, deja un sinsabor en la boca de todos, solo que unos se dan cuenta y otros no. Aquellos que no, son dibujados con "ironía", los que sí, son monstruos.

El joven Ferdinand deja su casa después de haber intentado ser aprendiz de comerciante, ayudante en un taller, y finalmente haber intentado una vida en Inglaterra aprendiendo un idioma, algo por lo cual sus padres sacrificaron casi todo y que el muchacho tiró por la borda. Momentos extremos, dolorosos, amorosos, sobrecogedores, escatológicos y después de todo, humanos, marcan la primera adolescencia de Ferdinand.

En una segunda parte, el joven Ferdinand, conocer a Courtial des Pereires, un inventor loco y enmbaucador, amigo de su tío, quien es el único que lo recibe después de que el muchacho golpeara a su padre casi hasta matarlo, al anti héroe, al desdichado viejo. En este momento la historia deja de ser un poco personal y se adentra en descripciones detalladas de los inventos, actividades y en general el entorno que rodea su nueva vida con Des Pereires. Aquí Ferdinand traspasa la barrera de contar su vida, para ser un observador objetivo de la vida de Des Pereires. Se convierte en su ayudante, su mano derecha. Un Sancho Panza moderno.

Courtial es su amigo, aunque no tenga una sola palabra para él ni buena ni mala. Lo ve de lejos para unas y de cerca para otras, pero lo cierto es que, de manera más inconsciente que consciente, su figura marcará el final de una etapa y provocará en él sentimientos insospechados.

El final es lo de menos. En historias como estas da la sensación de que cualquier cosa que se diga para poder concluir la historia, sobra. De hecho que que empalma con el comienzo del "Viaje". Bien puede haber un final redondo o simplemente ninguno. Ya con lo dicho basta. Lo cierto es que toda la inocencia escondida y negada a través de páginas y páginas, golpes y golpes, desdichas e infortunios a lo largo de la historia, se ven descifradas y expuestas con un hermoso "No, tío".


Citas tomadas de: CELINE Louis-Ferdinand, Ed Lumen, Barcelona, Primera Edición 1987. Traducción de Carlos Manzano.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Plataforma de Michel Houellebecq




Así, sin muchos preámbulos Michel Houellebecq nos va contado la vida de Michel. ¿De cuál? Tal vez de él, o quizás de otro. El Michel de la historia es un empleado público francés, que trabaja en el Ministerio de Cultura, organizando el presupuesto de algunas exposiciones. Es un hombre que está entre la muerte en vida que supone la función pública y la reacción al eterno interrogante de la existencia que puede significar el arte.

No obstante, Michel conoce los recurrentes interrogantes que rodean la vida, no solo la suya sino la de cualquiera lo que decanta su única preocupación hacia una fuerte atracción hacia el sexo. El sexo es tal vez lo único que le puede dar un poco de sentido a seguir viviendo. Atraído por esta alucinación y consecuente a su canon, se dirige al único lugar del mundo donde la significación de sexo, responde exactamente al planteamiento de Michel, Tailandia.

Una vez en Bangkok, Michel conoce a Valérie, una francesa que trabaja en el sector del turismo y que se encuentra de vacaciones allí, posiblemente en busca de ideas para nuevos negocios en el sector, aunque lo niegue. Valérie representa la mujer ideal en los términos de un hombre solitario, pragmático y que ha perdido casi toda sensibilidad. Es la mujer que encuentra felicidad en dar felicidad a otro, en este caso la cosa comienza desde lo sexual. La pareja se dedica en recorrer el infinito universo sexual en Tailandia, Cuba, Paris, y con una variedad de personajes de casi todos los calibres.

Los pasajes sexuales son explícitos, pero mantienen esa sencillez que los libra de toda pretensión y por ende llegan realmente. Alguien podría llamarlos pornográficos, y posiblemente lo son, pero el contexto del porno es solo mostrar la escena, aquí tenemos una escena pornográfica dentro de un conflicto humano. ¡Las cosas como son!

Con una técnica narrativa que pasa de una conversación relativa a la planificación de la instalación de unos hoteles de lujo en el caribe a una felación en plena calle pública o a las eyaculaciones de Michel en la boca de Valérie, Houellebecq juega con el lector, poniéndole en frente una imagen sexual que en ocasiones parece sobrecargada, pero que al final resume los sentimientos y angustias más elementales entre orgasmos, orgías y bares swingers.



En Plataforma, Houellebecq aborda varios temas, el agotamiento de occidente, el fundamentalismo islámico, el sexo como válvula de escape, y lo que entre líneas podemos llamar amor. La novela está narrada de una manera limpia, sin cortapisas en su desarrollo, siempre se dirige con claridad, hacia el punto al cual quiere llegar. 

Al final ni siquiera la muerte lo toca, como sí lo hace el vacío que representa vivir. El Michel de la historia es el producto consciente de occidente, el alcohol destilado de la sociedad enferma en la que ha vivido. Es por esto que la historia termina en Pattaya (Tailandia al extremo), donde ya ni siquiera el sexo puede ser un aliciente a esa pesada carga existencial, la piedra se le derrumba encima al pobre Michel, al que le toca la peor de las torturas, cual es la de vivir en un lugar en el que fue feliz.

"En cuanto dejé la maleta en el suelo polvoriento de la estación de autobuses, supe que había llegado al final de camino. Un viejo colgado, esquelético, con el pelo largo y gris, además de un enorme lagarto posado en el hombro, pedía limosna a la salida de la puerta giratoria. Le di cien baths y luego fui a beber una cerveza al Heidelberg Hof, que estaba justo enfrente. Había pederastas alemanes, bigotudos y barrigones, contoneándose con sus camisas floreadas. Cerca de ellos tres adolescentes rusas que habían llegado al grado más bajo del puterío se retorcían al ritmo de un gigantesco radiocasete; las sórdidas mamoncitas rodaban literalmente por el suelo. Andando por las calles de la ciudad, y en tan sólo unos minutos, me crucé con una impresionante variedad de especímenes humanos: raperos con gorra, marginales holandeses, ciberpunks con el pelo rojo, bolleras austriacas llenas de piercings. Después de Pattaya no hay nada más, es una especie de cloaca, de desagüe terminal adonde van a dar los variados residuos de la neurosis occidental. Ya sea uno homosexual, heterosexual o ambas cosas, Pattaya es también el destino de la última oportunidad, después de la cual sólo cabe renunciar al deseo".

"Diez años atrás e había dado cuenta de que las cosas empezaban a irle mal: seguía saliendo por las noches, iba a los mismo clubs, pero volvía más a menudo con las manos vacías. Claro, podía pagar; pero si tenía que hacrlo, prefería pagarle a un asiático. Se disculpó por la observación, esperaba que yo no lo tomara como un comentario racista. No, no, claro, yo le entendía: es menos humillante pagarle a gente que no se parece en nada a la gente que uno habría seducido en otros tiempos, gente que no le trae a uno el menor recuerdo. 
Si hay que pagar por la sexualidad, es mejor que sea, en cierta medida, una sexualidad indiferenciada. Como todo el mundo sabe, una de las primeras cosas que la gente experimenta cuando entra en contacto con otra raza es esa indeferenciación, esa sensación de que todo el mundo, poco más o menos, se parece físicamente. El efecto se desvanece al cabo de unos meses de estancia, y es una pena, porque corresponde a una realidad: en el fondo, los seres humanos se parecen muchísimo. Sí, se puede distinguir entre hombres y mujeres, y si se quiere, entre edades diferentes; pero cualquier distinción más exhaustiva responde en cierto modo a la pedantería, y probablemente al aburrimiento. La gente que se aburre fomenta distinciones y jerarquías, es uno de sus rasgos característicos. Según Hutchinson y Rawlins, el desarrollo de los sistemas de dominación jerárquica en el seno de las sociedades animales no corresponde a ninguna necesidad práctica, a ninguna ventaja selectiva; simplemente es un medio para luchar contra el aplastante aburrimiento de la vida en plena naturaleza".

"Seguiré siendo hasta el final un hijo de Europa, de la angustia y de la vergüenza; no tengo ningún mensaje de esperanza. No odio occidente, todo lo más lo desprecio con toda mi alma. Sólo se que, tal como somos, apestamos a egoísmo, masoquismo y muerte. Hemos creado un sistema en el cual ya no se puede vivir; y lo que es más, seguimos exportándolo. Cae la noche, las guirnaldas de bombillos multicolores se encienden delante de los heers hars. Los seniors alemanes se sientan a las mesas y ponen la manaza en el muslo de su joven acompañante. Saben de la angustia y de la vergüenza más que nadie, necesitan carne fresca, una piel suave, tierna. Pocas veces se ve en ellos esa vulgaridad pragmática de y satisfecha de los turistas sexuales anglosajones, esa manera de comparar a todas horas la prestación y el precio. También es raro que hagan gimnasia, que cuiden su propio cuerpo. Por lo general comen demasiado, beben demasiada cerveza, acumulan grasa; la mayoría no tardará en morir. Suelen ser amistosos, les gusta bromear, pagar rondas, contar anécdotas; sin embargo, son una compañía deprimente, triste".
 
 Notas tomadas de: HOUELLEBECQ. MIchel, PLATAFORMA, Ed. Anagrama 2002, Traducción de Encarna Castejón.




domingo, 28 de octubre de 2012

Al Faro de Virginia Woolf




Desde las primeras páginas, Al Faro deja ver la atmósfera ineludible, oscura y tensa que acompaña la narración hasta el final. El matrimonio Ramsay tiene varios hijos. El padre, Mr. Ramsay es un hombre frío, lejano, que en ocasiones produce terror en sus hijos, sin que se lo proponga, pero generalmente odio. Tiene un aire intelectual, y posee una inclinación literaria, que no ha producido resultados muy brillantes, pero sí lo suficientes para dejar entrever su personalidad e intereses. Por otro lado, Mrs. Ramsay es una mujer que se debate entre el hecho de ser la sombra de un esposo brillante o hacer su propio camino. Lo cierto es que su debate interior, es el comienzo de un intenso flujo de conciencia en tercera persona que le termina dando el cuerpo a la novela. Al parecer las figuras de los Ramsay, están fuertemente influidas por lo que eran los padres de Virginia Woolf.

De otro lado aparece Lily Briscoe, una artista que se dedica a pintar en la casa de campo de los Ramsay, lugar donde se desarrolla la historia. Lily es una invitada junto con otras personas, a pasar una temporada en la casa de la familia en las Islas Hébridas y representa casi todo lo que Mrs. Ramsay no puede ser. Es la liberación femenina y la demostración viva de que las mujeres tienen capacidad artística capaz de expresar las sensaciones más allá de lo meramente sentimental.

Lily Briscoe se debate entre las dudas que tienen que ver con la posibilidad de que lo que hace no valga la pena realmente, o que posiblemente terminen siendo una expresión artística digna de ser vista y admirada, que responda a lo que ella quiere. Esas dudas siempre se ven alimentadas por Charles Tansley, otro invitado en casa de los Ramsay que se encarga de recordarle a Lily, lo que para él es cierto y es que las mujeres no tienen la virtud y el talento para escribir o en general para expresarse artísticamente.

"Y, sin embargo se dijo que, desde el comienzo del mundo, se han cantado odas al amor: para él han acumulado guirnaldas y rosas; y si se preguntase a la gente, nueve personas de cada diez asegurarían que no desean otra cosa, mientras la mujeres, a juzgar por su propia experiencia, estarían sintiendo: esto no es lo que queremos; no hay nada más tedioso, más pueril, más inhumano que el amor; y no obstante es también hermoso y necesario. Y entonces ¿qué?, preguntó como si esperara que los demás continuasen la discusión, como si en una discusión cual ésta, la pequeña saeta que cada uno lanza fuera incapaz de dar en el blanco, a menos de ser recogida por los demás para continuar la lucha. Por lo tanto, volvió a escuchar lo que los otros decían, por si acaso le daba nuevas luces sobre el tema del amor".
"¿Qué significaba todo aquello? No tenía la menor idea. ¿Una raíz cuadrada? ¿Qué era eso? Sus hijos lo sabían. Se apoyaba en ellos, así como en los cubos y en la raíces cuadradas; de eso estaban hablando ahora; de Voltaire, de Mme. de Staél, del carácter de Napoleón, del sistema rural francés, de lord Rosebery, de las memorias de Creevery; dejaba que ese admirable edificio de la inteligencia masculina, que sube y baja, pasa y repasa, la sostuviera en alto -como si fueran vigas de hierro manteniendo al mundo-, y se confiaba plenamente a ellos, incluso con los ojos cerrados -o entreabiertos unos instantes- como un niño que, desde su almohada, pestañea ante esas capas superpuestas que constituyen los miles de hojas de un árbol. Despertó entonces de su ensueño. Todavía se estaba fraguando el edificio. William Bankes elogiaba las novelas de Walter Scott".


Estos planteamientos claros por demás desde el comienzo, le dan una característica narrativa de brillante introspección, valiéndose de un constante flujo de conciencia para desarrollar todos los temas que la autora pretende. Los hechos o acciones son casi nulas, por no decir que no pasa nada a excepción de una cena y otro eventos menores. La historia solo se mueve en la mente de los personajes y en la posibilidad de ir a visitar un faro que se atisba a la distancia; visita a la cual cada uno le da su propia interpretación.



Una vez más, y de una manera magistral los personajes se van desarrollando solo con el transcurrir de las páginas, pero no porque se pretenda dar una descripción detalladas de ellos, para ilustración del lector, no. Se desarrollan a partir de sus propios pensamientos y de las opiniones que de sí se dan entre unos y otros. Es así como la imagen que tenemos de Mr. Ramsay es dada por las opiniones de Lily o por los pensamientos de algunos de sus hijos. No hay una fórmula que los descifre de manera objetiva, lo hacen entre ellos, y esta herramienta lleva la trama a unos niveles de complejidad insospechados, al punto que la interpretación de la historia y el significado de los papeles de quienes en ella intervienen, son casi que decisión personal del lector.

El elemento introspectivo parece planteado para resolver un interrogante sobre el cual gira el libro, y es si las mujeres realmente pueden escribir, pintar o en general expresarse a través del arte. Es posiblemente parte del interrogante que acompañó la vida y carrera de Woolf, en una sociedad donde la mujer tenía un papel claramente definido y que estaba por fuera de las expresiones artísticas. Ese tema central planteado se ve iluminado por una hábil manera metafórica a través del faro, de su luz y de la posibilidad de llegar a él, aunque realmente el significado es personalísimo.

En la historia transcurren diez años, que se ven impregnados de una oscura y densa narrativa que por momentos hace perder al lector en el fondo de la historia o de la misma introspectiva. No hay acciones a corto plazo, todo son abstracciones, recuerdos y deseos. Así pasan los diez años en un puente narrativo entre la estancia inicial en la casa cerca a la playa, donde las olas son importantes, como lo serán en la carrera literaria de Woolf. En esos diez años algunos hijos del matrimonio fallecen y también Mrs. Ramsay. Esto hace que en realidad no haya protagonistas, sino que el protagonista sea la historia misma, y los pensamientos que cada uno proyecte. Cada cual colabora con una parte de la historia y su visión particular que de los acontecimientos dan.

La casa se ve abandonada, y empieza casi a caerse por deterioro, una descripción similar a la que de una casa en ruinas haría posteriormente Mujica Lainez, precisamente en "La casa". Así, con ese escenario los personajes que sobreviven deciden volver a la vieja casa a hacer real su postergada visita al faro, sobre el cual siempre hubo mal tiempo, que circundó también el tono de la narración.

Allí se encuentran y emprenden el azaroso viaje en un bote, durante el cual cada uno va llenando su cabeza de pensamientos y de evocaciones acerca del momento en que lleguen a ese lugar pendiente que todos parecieran tener, entre tanto Lily sigue sola en la casa pintando un retrato de Mrs. Ramsay, al cual tampoco sabe qué tono darle para finalizarlo.

"Pero, mirando su cuadro, se sorprendió al no poder verlo. Sus ojos estaban anegados en un líquido caliente (al principio no pensó que se tratase de lágrimas) que, sin turbar la firmeza de sus labios, corrían por sus mejillas y enturbiaban la atmósfera. Se dominada perfectamente -¡oh sí!- en todos los sentidos. ¿Estaba llorando acaso por Mrs. Ramsay, sin darse cuenta de su pena? Volvió a dirigirse al viejo Carmichael. ¿Qué sería? ¿Qué significaba? ¿Podían, acaso, las cosas extender sus manos y agarrarnos? ¿Podría cortar la hoja de cuchillo? ¿Podría el puño agarrar su objeto? ¿No podía uno tener seguridad? ¿No habría manera de aprender de memoria los usos del mundo? No existen ni guías, ni refugios, ¿será todo un milagro, un salto en el espacio desde la cúspide de una torre? ¿Es posible que sea esto la vida, incluso para la gente de edad? -¡tan desconcertante, inesperada, desconocida! Sintió un instante que, si ambos se levantaran, aquí en la pradera, para pedir una explicación de por qué la vida era tan corta e inexplicable y se formularan la pregunta con violencia, como pueden hacerlo dos seres humanos en plena posesión de sus facultades y a los que nada puede permanecer oculto, entonces la belleza se enrollaría, el espacio vacante se llenaría y esos vanos arabescos recobrarían su forma; sí, Mrs. Ramsay  volvería si gritasen bastante fuerte. "¡Mrs. Ramsay!" -dijo en voz alta-. "¡Mrs. Ramsay!" Las lágrimas corrían por sus mejillas".

Todo esto es posible y finamente presentado, gracias a la posibilidad que la tercera persona da, a la soberbia técnica del flujo de conciencia empleado para tal fin. No hay un narrador, cualquiera asume ese papel, como en la forma en que observan a Mr. Ramsay, cada cual de acuerdo a sus pensamientos y estructura mental.

Pero más allá de lo dicho, la mirada final, la visión general de los acontecimientos la da Lily Briscoe, la mujer artista que en su silencio y dentro de una posición pasiva, observa todo mientras libra una lucha salvaje contra esa voz que le grita su incapacidad artística, pero que sobrepasa a su manera; a la más natural, con la respuesta que solo satisface al artista, y que es justa a su verdad.

Notas tomadas de:

WOOLF Virginia, Al Faro, Editorial Porrúa, 1998, Av. Santana #8, Lerma Edo de México.